martes, noviembre 28

De mujer a Cuervo... de Margarita a un hombre bello.

Nunca dejaré de preguntarme ¿Por qué no recuerdo el día en que te conocí?
Por mas que hago esfuerzos, ese día se perdió en mi memoria como lo hizo mi día 18, con todo y esas 3 horas y 50 min que yo tenía cuando tú naciste. Se que probablemente estaba dormida, los bebés suelen pasar gran parte del día en esa actividad... y es curioso, mientras yo dormía tú gritabas con todo lo que tus pequeños pulmones te permitían (que no era poco) QUE ESTABAS VIVO! Que ya eras parte del mundo!
Y no se, pero ahora que comparto mi vida contigo, tengo la sensación de que allí, dormida en mi cuna, en ese momento sonreí; yo se, dicen que los niños a esa edad aún no sonríen, pero yo puedo asegurar que lo hice, mi corazón no pudo obviar momento tan importante: Nacía en ese momento el hombre con el que habría de compartir lo mas bello que me nace del alma, con quien comparto hoy un hecho milagroso...La felicidad de habernos encontrado.
Sí, yo dormida y tú gritando, yo en paz y tú rompiendo en llanto, desde entonces se marcaba lo diferente de nuestro ser, que tú serías hombre y yo mujer, que algún día peleariamos con tanta pasión que nos haríamos daño, porque las diferencias nos han hecho unirnos tanto que a veces es menester separarnos para volver a vernos. Diferentes si, pero ambos en brazos de nuestras madres, como compartiendo solo un rasgo, UNO, pero vital e importantísimo.
¿Qué tanto te tomó alzar el negro vuelo?
¿Qué tanto me tomó a mi florecer?
No lo se, pero se que tú fuiste parte de ese florecer y que presenciar ese vuelo, aunque intermitente y viajero, ha sido de las visiones mas hermosas que han podido contemplar mis ojos, y me ha dado la alegría mas dulce que rebosa en mi corazón.
Hoy no tengo palabras, hoy simplemente es HOY, como si segundo a segundo el reloj anunciara que cada uno de ellos es especial, como si latido a latido el corazón hablara y preguntara por ti... te imagina solo en pleno vuelo, contemplando un horizonte lejano, lleno de posibilidades, de retos, de cosas desconocidas pero a la vez facinantes... y quizá, tan solo por un instante, también pienses en mi, porque de pronto los latidos de tu corazón se acuerden de mi nombre y lo reconozcan como esa palabra pegajosa y repetitiva que viene quedándose en tu vida desde hace ya un tiempo. Y entonces mi corazoncito se calma porque entiende tu mensaje y me pregunto, ¿Cómo fue que te conocí?
Y aunque no lo recuerdo siento mucha paz por la simpleza de haberlo hecho, y me lleno de algo muy profundo: Mi eterno agradecimiento por ello.
Así que nunca podré estar segura si aquella mañana del 29 de noviembre de 1986, a las 5:35 yo sonreí, pero hoy sonrío, con la convicción de que esta vez jamás lo olvidaré...
Te amo Pablo.
Muchas Felicidades.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario