lunes, marzo 9

Abro los ojos...
El zumbido aún me atormenta los oídos,
la noticia de tu muerte ha consternado
a mi pobre corazón y mi cabeza,
y a lo poco que me queda de conciencia
y a esas lágrimas que caen al vacío.

De pronto en la vida todo es negro
y entiendo por qué duelen las ausencias,
y en escasos pedazos de destellos
tus recuerdos, con malicia, me atormentan.

Muerto estás ante la gente,
ido para mi, en el peor día.
Vivo mas que nunca en pecho ardiente,
amado como nunca en agonía.

Enterrado ante los ojos de los cuervos,
sobre un pedestal te veo dormido,
sordo en el murmullo de las olas,
en los cánticos celestes te has perdido.

Abro las manos...
La ansiedad me revuelve los adentros,
tu partida ha abierto heridas que ahora sangran
y con rojo se tiñen los momentos,
los segundos cojos que me suplican paciencia,
que apuro en un trago de añorada resignación.
Y vomito entre las horas los despojos
y me río al presenciar tu redención.

Abro los brazos...
Eres la sombra que mi cuerpo mas extraña.
Te veo pasar lejos, asomado a la ventana
y hundida, en el estruendo de perderte enamorada
te encuentro tibio y tierno acostado en nuestra cama.

Abro las nubes...
Ahi donde ahora vives te he encontrado.
Sonriente, como siempre; de mi tan enamorado,
con el cabello corriendo, con el aire alborotado;
con los brazos abiertos, con el deseo alocado;
con mis lágrimas corriendo, con mi sonrisa en los labios;
con tu boca en la mía, con el corazón desbocado.
Nuestras manos unidas, celebrando el pasado
con palabras tan dulces, con el alma conmovida;
con un salto al vacío, con un regreso a la vida....
Y de pronto, la felicidad me roza con dulzura
que pruebo amaneciendo y viéndote a mi lado.

¡Qué ojos esos tuyos!
¡Qué voz la que me arrulla!
¡Qué manos me acarician!
¡Qué calor el que me envuelve!
¿Cómo puede todo dártelo la vida?
¿Cómo puede todo arrebatártelo la muerte?

Abro los ojos...
La tibieza de nuevo se ha esfumado..
y mi corazón sigue roto.. y es verdad que me has dejado.

(Sept, 2006)